El Etna es más que un lugar, es una experiencia hecha de auténtica belleza, naturaleza incontaminada, vibraciones ancestrales y profundas capaces de hechizar a sus visitantes.
El Etna es un destino que cada año atrae a miles de visitantes de todo el mundo que, una vez conocida esta fascinante tierra, no pueden evitar volver y volver porque Sicilia acoge y se convierte en el hogar de todo aquel que lo desee.
Un territorio que ha sabido estar a la altura de su belleza y de sus visitantes y que ha crecido año tras año, enriqueciéndose con estructuras exclusivas y de gran calidad.
Una naturaleza extraordinaria no podía ayudar al nacimiento de excelentes productos enogastronómicos conocidos en todo el mundo. Suspendido entre el mar y el cielo, el Etna posee un microclima único, dado por la presencia de un volcán activo que da fuertes oscilaciones térmicas, por el mar no muy lejano y por una biodiversidad compleja que hay que compartir, proteger y sobre todo preservar para conservar este territorio único.
Las cepas autóctonas del territorio son Nerello Mascalese y Nerello Cappuccio, Carricante y Mannella que encontrarás declinadas en diferentes expresiones porque el vino es más que un producto, habla de las personas que lo crearon, de su experiencia y su sentir, convirtiéndose en expresión de un territorio pero también de una comunidad.
El Etna es un destino versátil que sabe y puede adaptarse a cualquier tipo de viajero. Un deportista y un amante de la naturaleza subirán al volcán, caminando por sus espesos senderos. Los amantes de la buena comida y bebida podrán elegir entre decenas de lugares típicos. Los amantes del arte y la arquitectura disfrutarán del arte barroco plasmado en sus antiguas y florecientes ciudades.